case e fiori (colore è vita). Enzo Trepiccione


Todos alguna vez hemos fantaseado con el concepto de un mundo ideal, espacio y tiempo convertidos en paisajes detenidos en calma y quietud donde lo humano convive en armonía con una naturaleza purificada que es su propia razón de ser.
Este pensamiento surge en la infancia, cuando abrimos los ojos y asimilamos todo cuanto nos rodea y a petición de nuestros maestros plasmamos con los lápices de color sobre un papel en blanco nuestra particular concepción del mundo. Y nos enseñan a dibujar casas, soles, flores y hasta retratamos con palitroques a nuestros padres y hermanos. Todos hemos seguido las mismas directrices que nos han hecho conseguir con unas pocas líneas un modo de expresión gráfica.
Enzo Trepiccione ha rescatado el concepto aprendido en la escuela y lo ha trasformado, lo ha dotado de calidad simbólica, elevándolo a la categoría de arte. Su obra pictórica consigue hacernos conscientes de aquel instante de nuestra infancia en el que aprendimos a representar figuras cotidianas, cercanas y simples para convertirlas en representación de los valores sólidos en los que creer; así el concepto de hogar y belleza como idealización del desarrollo pleno del individuo adquieren pleno significado por medio de las casas y flores que incorpora en sus creaciones. De este modo Enzo ha categorizado ese infantil aprendizaje de representación plástica y lo ha articulado como un lenguaje pictórico propio. Pero el artista no se queda ahí, con su marcado trazo y su potente uso del color robustece esa ideología que no por simple es simplista sino que establece la personalidad de unos criterios vitales plenamente asumidos; es patente por lo tanto que cada pincelada, por su tono e intensidad, aporta una fuerza vital desgarradora que evidencia la firmeza de sus valores. Una vehemente creencia en esos valores que, aunque por básicos olvidados por muchos, no dejan de ser fundamentales en el crecimiento personal y su interactuación con el conjunto social. Enzo enaltece esas pequeñas cosas que para él tanto representan, sabe que sus miras son altas porque persigue el ideal de hogar y belleza, de hermanamiento entre lo natural y lo humano; de ahí la altura con la que se elevan las flores en su pintura.
Pero Enzo no olvida que esa búsqueda ideal se debe hacer desde un punto de vista muy humano, alejado de perfeccionismos. Por eso en su técnica utiliza elementos comunes como el cartón que ponen de relieve que las más altas cotas pueden conseguirse desde las manos más humildes.
La figura humana como personaje no aparece representada en sus trabajos porque lo que persigue es implicar al espectador como protagonista de sus escenas. Enzo con su pintura es capaz de establecer un vínculo tan intenso que cada uno de nosotros damos vida al personaje de su colorista mundo. Como protagonistas quedamos fuera de campo, de un modo latente, dando vida a nuestros propios recuerdos, emociones e ilusiones.
Enzo Trepiccione exporta la viveza de su napolitana tierra natal, tiene la capacidad de convertirla en universal, de crear un ambiente único con reminiscencias a los días de infancia y lápices de color. Enzo nos devuelve la ternura, la inocencia un mundo sin contaminar donde los ideales eclosionan en un estallido de color y vitalidad.
Artículo de Jairo Arráez.

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